Se fue suavemente,
acariciando
el áspero algodón de sus recuerdos.
Silenciosa,
frágil,
nítida.
Avanzó.
Con el reloj parado
ante las horas.
Con la trenza de sus sueños
ya quebrada.
Con la lectura de un poema
que no rima.
-Coágulos
de dolor
callado y sordo-
Se alzó
sobre un migrar de alas
vespertinas,
rozando el horizonte
iluminado.
Y planeó
hacia un nuevo amanecer
con vida propia
-su identidad perdida
entre mordazas-
Atravesó las ruinas
de esperanzas
detenidas.
Más allá del desaliento.
Aguardando
el abrigo sostenido
de su amparo
-hijo ciego
que la espera
con sus manos-
Silenciosa.
Frágil.
Nítida.
Zarpó
hacia las dulces retinas
del sosiego.
Con la libre soledad
de un vuelo épico.
Digna.
Sumisa.
Divina.
Entregándose a las manos.
Pero, aunque lo hayas cambiado, yo creo que la ilustración de Camelia Davidescu sigue siendo bastante precisa, si es que es el de tu abuela, que supongo que sí Además, quizá no hubiera estado mal haber dejado el anterior por lo menos aquí, en tu baúl. A mi no me parecía solo un boceto. Aunque si así lo has decidido, está bien así, naturalmente
ResponderEliminar????? No había dibujo de Camelia!!! Voy a verlo ahora mismo. Gracias,Janial.
ResponderEliminarYa lo tengo!!! Un millón de gracias, don secretario!! ;)
ResponderEliminarSimplemente... Divino.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte Bandolera.
Un abrazo.
Gracias, Bárbara!! Pero todavía lo estaba modificando ahora, este poema me trae loca.... :)
ResponderEliminarQuerida amiga Bandolera, me impresiona las coincidencias. Me parece precioso tus versos. El resultado es perfecto, es todo sentimiento. Debes estar muy satisfecha de ellos. Mis palabras van dedicadas a mi suegra de hace ya cerquita de cuatro años que desapareció. Lo más curioso es que tras la perdida de ella, nació mi hija que se llama Helena. Te mando un abrazo y te confieso que estoy muy agradecida de conocerte. ((((((Bandolera)))))
ResponderEliminar:)))) Es increíble!! Gracias, Verónica.
ResponderEliminarEra mi abuela.
María.
Elena.....
Un abrazo.