Serie Mundos IV: "Los Miedos"

Cuando llegan los Miedos, mis hermanas y yo desviamos nuestros pétalos hacia las luces de levante.

Pues el Mundo de los Miedos es oscuro, opaco como la profundidad de un pozo seco; negro como tizón y ébano; duro como rígido diamante sin destello. Traicionero para el ánimo, al que encarcela y aprisiona.

Cuando un Miedo muerde al hombre, el veneno se propaga inagotable por su sangre. Y entonces debilita sus Razones, contamina sus Pasiones, impide la visita de los Sueños, neutraliza el tintineo de las leves Intuiciones.

Cada Miedo se disfraza de una forma escurridiza, adoptando difusas apariencias que confunden Voluntades. Son quimeras engendradas en la misma fuente estéril, engaños que lo tenebroso teje, de forma impenitente y sin descanso, en su lúgubre caverna.

Aunque sean ilusiones de una mente contagiada, los Miedos vampirizan. Se arrastran en manadas de gusanos viscerales, y desde esa débil montura invaden las lagunas del olvido, donde gestan líquidos venenos. Y ahí se nutren, envueltos en su cáscara fantasma, adquiriendo cada vez más consistencia, conquistando poco a poco la materia de lo libre.

Y su engaño ofusca al débil inmolado, entre anónimos reflejos embusteros de incoherentes impotencias.

Los Miedos son destructivos y demoledores. Exterminan sin piedad los Pensamientos de los hombres, manipulan sus silencios y sus voces. Ofrecen a cambio Vicios, Desconsuelos y Temores.

Persuaden sin dar razones. Aniquilan Alegrías. Se alimentan del fluido de la vida. Esconden al Gran Sol entre las sombras de su trance.

Así llegan, silenciosos y escondidos, asolando sin remedio corazones. Devastando travesías del presente.

El Mundo de los Miedos es siniestro.

Los Miedos son asesinos.

Los Miedos matan la mente.

Pues aborrecen la vida, la base de su sustento.

 (Dibujo original para este texto: Camelia Davidescu)
  
Fotografía aportada por Quim Samaruc