En todo caso, conviene recordar que ninguna en de estas criaturas se busca “per se” un valor literario en especial. Se trata de otra cosa.... De algo para ser, sencillamente, vivido.
Tengo a las criaturas del Baúl terriblemente enfadadas conmigo. Es lógico, y esta vez tienen la más absoluta razón.
Esperaban, como es habitual cada Navidad, que hubiese
una nueva hornada de esperpentos moradores en su pequeño reino, tras la
última incorporación de Roque, el Escalador,
y a tal fin ya habían ordenado sus cosas, cavilado sobre cómo y quiénes
podrían ser los nuevos habitantes, preparado sus estrategias de poder, y
hasta ahorrando galletas para una fiesta de bienvenida.
Y, por supuesto, esperando un Baúl más grande y mullido....
¡Pero no! No ha habido nada de eso. Ellos creen que
la falta de “producción” por mi parte se debe a una especie de venganza
por las perrerías que me han hecho este año (sin duda alguna, ha sido Joe “El completo” quien ha dado pábulo a tales habladurías, dado que encontré una tarjeta con la palabra “vendetta” en
mi neceser), y yo dejo impunemente que lo crean, pues si supieran la
verdad, que estoy sencillamente seca, no estarían enfadadas, sino
decepcionadas. Y eso sí que no lo podría soportar.
De nuevo me encuentro sola con ellos, no me hablan,
me giran la cabeza, no ensayan, y a saber lo que va a ocurrir de aquí en
adelante. No voy a negar que la situación me produce cierta inquietud
emocional. Evidentemente, y a pesar de todo, quiero que me quieran.
Así que, aunque a destiempo como Roque, me he sacado
de la manga a otra heroína, mujer por supuesto, que me ayude a poner en
orden el desaguisado y consiga convencerles de que los tiempos no son
tan importantes. Al fin y al cabo, siguen llegando nuevos compañeros de
garito... El problema mayor será cuando nuestra Agustina descubra que se
dirige a un Baúl, y no a Bailén... ¡Socorro!
Imagino que ya se me ocurrirá algo. No la puedo nombrar cocinera oficial, porque el Chef Pierre Dominique
se suicida, como mínimo. Tampoco cañonera, porque me niego de entrada a
facilitarles tal artilugio. Tal vez, animadora de la tropa...
En todo caso, me tiro a la piscina, para variar, y os
presento a una mujer que no se deja desarraigar, a un absoluto mito en
las tierras de España, a una medio "maña" y, nunca mejor dicho, de armas
tomar.
Antes de levantar telón, quiero avisar a Jean Paul,
si nos lee, de que no le va a cuadrar la duración de la música con la
lectura, pero es que la banda sonora es la jota más preciosa y más
apropiada que se me ocurre, autoría de un pastor al que tuve el honor de
conocer. Vale la pena escucharla, por lo que pongo dos “versiones”, una
por el audio, otra por la mirada del autor.
¡Damas y Caballeros, con todos ustedes, y sin más
dilación, que me pierdo, Agustina Raimunda María Zaragoza y Domènech,
más conocida como “Agustina de Aragón”, y en su defecto, alias “La
Artillera”!!
Venga esa jota, arriba telón...
PERSONAJE: AGUSTINA DE ARAGÓN
DISFRAZ: Falda larga con camisa, mantón, medias
blancas, espardeñas o alpargatas, zurrón, escopeta a modo de mosquetón,
pañuelo en la cabeza, un par de condecoraciones colgando, un botijo
colgando, un moño (si es hombre o pelo corto, peluca)COMPLEMENTOS: El cactus de Alenvedi, el pollo cantador.
TEMA MUSICAL: La Palomica (José iranzo, “El Pastor de Andorra”)
https://www.youtube.com/watch?v=nyAyOQ5r6pk&feature=related
TEXTO BASE DE AGUSTINA: (Preferentemente acento aragonés):
(Entra en escena siguiendo el ritmo de la jota, repara en el público)
¡¡Por La Virgen del Pilar!!
(Empuña mosquetón)
¿¿Sois franceses o españoles??
Porque yo, sinceramente, ya no sé por cuáles salir por pies... Y mis motivos tengo bien adoquinaos.
(Mira a su alrededor)
Debo estar ya en los Monegros, digo yo, porque ésto tiene una pinta de desierto que pa qué. Ná más veo que alguna lagartija, y cactus de esos... (Baja el mosquetón, señala al famoso cactus).
En fin, que yo me largo a Bailén, me han pillao ustedes por el camino, y a mí no hay quien me pare en el intento, por si no queda claro.
Que yo ya estoy hasta el moño, el pañuelo, y la peineta si es domingo.... (Con la mano abierta en la cabeza).
Por si acaso no se sabe, me llamo Agustina, y aunque
resulta que soy catalana de estirpe y nacimiento, me llaman “La de
Aragón”. Y hasta “La Artillera”. Ya lo cuento, ya....
Todo empezó cuando me casé con un cabo, de bien jovencica, y a los franceses no les dió por más que venir a tocar las narices, aparte de las cornetas, a la Península Ibérica.
(Se apoya en el mosquetón).
Primero estuvo el marido en la Batalla del Bruch, un monte con mucha curva, donde un zagal mu pito
(*) la lió antes que yo con un tambor. El chico dale con el redoble,
que parecía más de Calanda (*) que catalán, y asustó al francés más pintao. Total, que los franchutes se marcharon por pies, como yo ahora, pero haciendo bastante más ruido.
(*) Pito- Forma de llamar en Aragón a un zagal o
zagala espabilado y listo. En ocasiones se refiere a un aspecto físico
agradable.
(*) Calanda- Pueblo aragonés del Bajo Aragón, famoso por sus tambores de Semana Santa, y cuna de Buñuel.
Cosas de la guerra, que acabamos en Zaragoza. Y tiene
guasa, porque ese es mi primer apellido... Allí cada día, y cada día, y
cada dos por tres los franceses sitiando, nosotros resistiendo, y ellos
más sitiando, y nosotros más resistiendo, pero sin nadie con el ingenio
y los bemoles del chaval que los espantara con el tambor en el Bruch.
(Va acompañando el vaivén con los brazos).
Y yo pensaba: “Agustina, mira que son cazurros, aquí si tól mundo canta una jota a toda pastilla y a tó pulmón, y a la vez, esos se creen que ha venío la Pilarica (*) con las tropas”.
(*) Pilarica- Nombre popular en Aragón a la Virgen del Pilar de Zaragoza.
Hasta les compuse una, de jotica, que de chica me gustaba la composición. La cosa era así (Cantando a todo pulmón):
“¡La Virgen del Pilar diceeeeee
que no quiere ser francesaaaaa
quella ha sido desde siempreeeee
la primeeerrraaa aragoneesaaaaaa!” (*)
(*)- Jotica muy popular de la época.
(Baja la cabeza, ladeándola).
Pero como era mujer, y no era soldao, pues ni caso... Peor que eso, que decían a la espalda: “La Agustinica, más le valdría dedicarse al potaje”.
El caso, y valga la redundancia de caso, es que la
cosa (y el caso) era ya tan aburrida, tan cansina y tan hambrienta, que
como decían los cazurricos, cada día iba yo a llevarle el
puñetero potaje a mi marido al pié del cañón, y nunca mejor dicho, se
entiende lo del cañón, pero también tó lo demás.
(Con cara de supino aburrimiento).
Cada día: “Hola, qué tal va hoy”, “Psss... vamos haciendo”, “Paíce que esto no se mueve”, “No, si hoy se han movido un metro más patrás”, “Que te traigo el potaje, que es la hora”, “Vale, morena, ahora voy”, y así tól rato...
Pero un día.... ¡¡Un día fue distinto!! (Levanta los brazos con mosquetón y todo).
Llego al pie del cañón, y allí no había un alma. Miro paquí, miro pallá.... ¡Nadie! “Juaniiiicooooo,
que traigo los garbanzoooos”.... ¡Nada!. Me digo: “Vale, que se han ido
a jugar al guiñote con los franceses”, y ahí me senté, al lao de un cardo que parecía el cactus éste (Vuelve a señalar el famoso cactus).
Y esperando, (Va enumerando con los dedos) una horica, dos horicas, tres horicas...
Me entró el hambre. ¡Natural! Y como el potaje ya estaba más frío que
la moral de la tropa y del Alcoyano, se me ocurrió encender la mecha del
cacharro de fogueo pa calentar los garbanzos con col... Y
calentarse, se calentaron... ¡¡Pero el follón que monté así a lo tonto
hizo mucho, pero que mucho ruido!! Lo que se dice liarla parda...
(Con las manos en la cabeza).
Empezaron a sonar cañonazos de aquí, pallá, y todo era humo, chispazos y petardazos de todicas las chimeneeas de Zaragoza juntas; aquello parecía la fiesta mayor de la Pilarica, y como me asusté del tinglao y del ruido, pues me puse a cantar con todas mis fuerzas (Otra vez a pleno pulmón):
“La Virgen del Pilar diceeeeee
que no quiere ser francesaaaaa
quella ha sido desde siempreeeee
la primeeerrraaa aragoneesaaaaaa!”
Yo no sé bien que pasó, pero empezaron a salir franceses de tós laos, que parecían hormigas colorás con gorro, y tós
corriendo dirección Cuenca, y aunque se me chamuscó el pañuelo y el
mantón, allí me quedé yo, más tiesa que el del tambor, y con el potaje
bien caliente.
En conclusión, que estando muerta del susto, salieron tós los mozos del escondite que se habían agenciao, me cogieron en volandas, (y yo con un mareo que pa qué, y con el guiso en la mano), y empezaron a cantarme:
“La Virgen del Pilar diceeeeee
que ésta es nuestra Agustiniicaaaa
quella ha sido desde siempreeeee
la primera artilleeeriiicaaaaa!”
(Con cara de incredulidad).
Desenlace del evento: allí mismo, en el cabezo (*) ánde estaba
la cañonería, me viene el general y me nombra... !Subteniente!
¡Defensora de Zaragoza! Y me arrea la recompensa del valor y patrotismo (Señala con cara de escándalo sus condecoraciones). Y yo con el potaje al rojo vivo, la pañoleta chamuscá, y la cara de pasmo bien compuesta. ¡Que llego a saber antes lo del escondite y los desguazo a tós como al cerdo! ¡¡Si mira que les dije lo que tenían que haceeeer!!
(*) Cabezo- Nombre autóctono que se da en el Bajo Aragón a sus peculiares montículos calcáreos y laminados.
(Vuelve a apoyarse en el mosquetón).
La verdad es que después de tól fregao no llegaron a casa ni tres reales, y resulta que eso del subteniente era pal honor, que es gratis, y yo tenía que ser un artillero raso. Lo cual quería decir a su vez que, además de irme pal Portillo y los cañones, no llevaba yo el potaje, sino que tenía que tragarme el rancho reglamentario.
¡Y eso sí que no! Así que, como ya me había hecho
famosa con el lío, me emperré en ser al menos Sargento, y luego,
Subteniente de verdad.... ¡Y lo fuí! (Señala de nuevo sus condecoraciones con energía), pero los mozos seguían siendo tan tontos y tan cobardicas, que al final cayó la ciudad en manos de los franceses.
Y aquí me tenéis, decepcionada del tó... Así que me he agenciao el botijo, cuatro enseres y el pollo (Aprieta el pollo cantador, que canta, pero no una jota), y me voy a hacer animadora de la tropa, que es lo mío, hasta que el fregao acabe, y el del gorro negro gane o pierda, fijo.... (*).
(*) Se entiende, Napoleón.
Pero eso sí, me voy con mis medallas, con los luchadores que no sean cagurrios, y desde luego, si hay que comer potaje, se come. ¡Pero el del rancho deslucío, ni hablar! Que una es pobre, pero le da gracia al potaje.
(Dirigiéndose al público, levanta de nuevo el mosquetón)
¡Saludicos, pero no menearse, y menos intentar detenerme!
¡Viva la Virgen del Pilar!
Y a los franceses... ¡Que les den potaje.... del rancho!
(Sale de escena resuelta).
“Esta maldita Guerra de España fue la causa
primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de
mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad
moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los
soldados ingleses... Esta maldita guerra me ha perdido”.
Ronald Fraser: La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808–1814.
Agustina de Aragón fue alabada por Lord Byron en su obra “Las peregrinaciones de Childe Harold”, publicada entre 1812 y 1818.
Originalmente publicado en: www.adi-today.es/columnas/1599-agustina-de-aragon-o-guerrillera-por-un-potaje
Genial!
ResponderEliminar!! Come me gusta tu blog!!. Un abrazo
Bárbara
Bárbara!!!!! GRACIAS! :) Espero seguir divirtiéndote.
ResponderEliminarA mí también me fascina, lo disfruto !
ResponderEliminarQuiero ""habitar el silencio"" para poder hacerlo más tiempo!
Tqm.
:( Y yo a vos, Angela!! Me encanta veros...
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