domingo, 1 de mayo de 2011

La Tristeza de un Bup es Rosa (II)


Una vez, un Bup bonito se sentía triste.

Siempre que un Bup está triste, se le pone la cara melancólica y dulce, imagina gestas medievales, y da pequeños saltitos en la hierba que hay más allá de lo tangible de la torre de Alarcón.

La tristeza de un Bup es rosa.

Un señor muy viejo, que la vió una vez, me dijo que era algo así como un helado de fresa con azúcar, pero no me dijo si también se podía comer. A lo mejor, al Bup le hace daño si le muerdes la tristeza... No sé.

Ayer, mi gato encontró una mosca, y se la comió toda entera, sin morderla, pero la mosca no dijo nada de nada.

¡Ah! El otro día me enteré de que los Bups comen hormiguitas, como los chinos. Y luego lloran, porque se han comido una hormiga.

Igual el Bup de antes estaba triste por eso. ¡Pobre! No sabe que las hormiguitas no se enteran, ni tampoco las lombrices, ni las moscas (¡Qué asco, comerse una lombriz!).

Ayer pinté un Bup en la pared de mi habitación, y una hormiga muuuy grande. Y mi madre se enfadó, y gritó.

Creo que a mi mamá no le gustaría nada subir a la torre de Alarcón...

He visto por la tele que al señor que hace fotos en la Luna se lo han llevado al hospital, porque dice que le duelen las fotos, y no saben por qué.

¡Jo! Me encantan, me encantan los Bups simpáticos y divertidos.
Sobre todo cuando están tristes, porque entonces brincan.

 (Dibujo para este texto: Camelia Davidescu)

2 comentarios:

  1. ;))
    Me alegra que te gusten, Hilda!!! Eso debe ser que también tienes mucho de niña interior.

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